LA EXPIACIÓN LIMITADA

 

      

        De la misma manera que Dios ha destinado a los elegidos para gloria, también ha ordenado todos los medios para que ese propósito sea cumplido. Cristo murió para dar cumplimiento al decreto de elección, el cual, tiene relación a un número definido de personas: a los elegidos y a nadie más.

        La expiación que Cristo ofreció en el calvario es limitada.  Esto significa que Cristo no murió en la cruz por toda la humanidad sino solamente por sus elegidos.

        Toda corriente evangélica enseña alguna forma de limitación de la expiación. Aquellos que sostienen  que Cristo murió por toda la humanidad, limitan la eficacia de los méritos de Cristo aduciendo que lo que el Señor hizo en la cruz no es suficiente para la salvación  del hombre a menos que éste complete tal obra  por medio de su obediencia.  Este punto de vista es contrario a las enseñanzas escritúrales.

 

Hebreos 10:14  Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

       

        Por tanto, la enseñanza que limita no la eficacia sino la extensión del sacrificio de Cristo es la posición verdadera que las escrituras enseñan,  como se verá a continuación.

        El hecho es que la limitación  de la expiación no es algo excepcional de esta doctrina.  Todos limitan la expiación,  con la diferencia que unos lo hacen en un sentido contrario a las Escrituras y otros en la dirección que la Palabra lo indica.

        Puesto que la muerte de Cristo es una real sustitución del pecador, todos aquellos por quienes Cristo murió han sido infaliblemente sustituidos y salvados de la condenación.  De manera que no es posible afirmar  que Cristo murió  por toda la humanidad sin caer en un universalismo.

 

Las Escrituras afirman que Cristo murió exclusivamente por sus elegidos.

 

Mateo 1:21  Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

Juan 10: 15-16, 26   Así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre, y pongo mi vida por las ovejas.   También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.  Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.

Juan 17: 9  Yo ruego por ellos;  no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son.

Hechos 20: 28  Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.

Efesios 5: 25  Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó así mismo por ella.

       Las expresiones de la Escritura donde se dice que Cristo murió "por todos"  no deben interpretarse en el sentido de  "todos absolutamente”, sino como "todos sus elegidos”; de otra manera se violentaría el espíritu de los pasajes donde se encuentran tales afirmaciones.  Examine:

Juan 12:32  Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mi mismo.

Romanos 5:18  Así que, como por la trasgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.

2ª Corintios 5: 14-15  Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos,  luego todos murieron; Y por  todos murió,  para que los que viven, ya no viven para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Como ejemplos que demuestran que "todos" no significa la totalidad del género humano pues tal interpretación nos arrastraría a un inevitable universalismo.  Igualmente,  las expresiones que hablan del  "mundo", no se refieren a toda la humanidad; a los judíos habituados a pensar que tan sólo su raza  alcanzaría el favor divino era necesario hacer ver que Dios había  amado a todo el mundo o que Cristo había muerto por todo el mundo queriendo con ello decir sus elegidos de  "todas las naciones"; lo contrario seria predicar, de nuevo, un universalismo. La doctrina de la expiación limitada no obstruye el libre ofrecimiento del evangelio a toda criatura.  Puesto que los elegidos  son conocidos tan sólo por Dios y se encuentran diseminados en todo el mundo, no hay manera de cumplir  la gran comisión sino solamente predicándole a toda criatura.  La salvación debe ser ofrecida de buena fe y de la manera más liberal a todos los hombres.   Sin embargo, por estar muertos en sus delitos y pecados,  solamente aceptarán los beneficios del evangelio aquellos a quienes se les apliquen eficazmente por el Espíritu Santo.  Exactamente lo que Dios lo acordó cuando Cristo pendía de la cruz, y en su decreto eterno.